No pasa nada, nunca pasa nada

La realidad puede ser peor que Oz

Casi cada día recibo en mi correo un mensaje de la Fundéu, la Fundación del Español Urgente, con alguna recomendación sobre el uso correcto de la lengua española. Heredera del extinto departamento de español urgente de la agencia Efe creado por Luis María Ansón, su objetivo principal es preservar nuestro idioma de las agresiones de los periodistas, debidas en unos pocos casos a meros errores y las más de las veces a un atroz desconocimiento del significado de las palabras y de las normas gramaticales básicas. La suya es, sin duda, una tarea encomiable, pero los enemigos son tantos y tan engreídos que me parece una batalla ardua y prácticamente perdida. En otro artículo ya dije que la metaignorancia asuela el periodismo, así que no voy a insistir en ello.

En sucesivos mensajes la Fundéu me ha recordado, por ejemplo, que Inglaterra, Gran Bretaña y el Reino Unido no son sinónimos, que tampoco es lo mismo señalizar que señalar ni un pedófilo que un pederasta, que duodécimo es un ordinal y doceavo un partitivo; que cómo, cuándo y dónde llevan tilde, y también qué y quién cuando son palabras interrogativas o exclamativas; que electo es el elegido para un cargo del que aún no ha tomado posesión, que la escala de Richter mide la magnitud de un terremoto y la de Mercalli la intensidad, que Corea del Norte no es Norcorea, que islamista radical, totalmente calcinado, completamente repleta, aforo máximo, allanamiento ilegal y funcionario público son expresiones redundantes o que la persona que mata a su hermano no es fraticida ni fatricida, sino fratricida.

Lo peor de todo es que son expresiones oídas en medios que han aceptado someterse a los análisis de la Fundéu y seguir sus recomendaciones, muchas de las cuales certifican simplemente que la burricie campa a sus anchas por las redacciones. Unos ejemplos: «La inversión en televisión decreció el –28 % en el 2009», «El Liceu enjuaga su déficit aplazando pagos», «Nadal califica para la ronda siguiente», «Obama enviará 30.000 tropas a Afganistán» o «Zapatero saca pecho de sus inversiones en Cataluña». Necedades parecidas se pueden oír y leer diariamente en todos los medios de comunicación; prensa, radio o televisión, da lo mismo, la idiocia, ya sea congénita o adquirida, afecta a todos por igual. Ayer, sin ir más lejos, renuncié a seguir ojeando el periódico cuando leí en la página 26 que “A consecuencia del empellón, la mujer salió empujada contra un muro del jardín”.

No sé a ustedes, pero a mí me cuesta trabajo mantener la atención en una noticia cuando detecto que, como decimos muy gráficamente los propios periodistas, está escrita con el culo o quien la escribió demuestra ya en la primeras líneas que no sabe de qué habla. No me refiero al conocimiento de las cosas exigible a los expertos, sino a la obligación de cualquier periodista de saber, al menos, quiénes se enfrentaron en la Segunda Guerra Mundial, que no es posible que el hombre conozca desde hace miles de millones de años que hay medusas en el Mediterráneo o que el Ara Pacis erigida en Roma no pudo levantarse en el siglo XIII a.c., es decir, 500 años antes de la fundación de la ciudad. Y que, por supuesto, Colón no fue ningún personaje modélico, como escuché en televisión, sino un auténtico cabrón que volvió encadenado a España por joder al prójimo y ejercer de manera desastrosa como virrey. Muchas de estas cosas, por cierto, ya venían en la Enciclopedia Álvarez de primer grado.

Siendo editor adjunto del Canal 24 de TVE, una redactora respondona me objetó que “en la tele eso no se nota” cuando le corregí una información sobre un atentado: los hospitales, según ella, no daban a vasto para atender a los heridos. Otra vez que traté de explicarle que, además de Evo Morales, todos los presidentes de Bolivia fueron indígenas salvo el general Gamarra, que era peruano, simplemente replicó, con tono desdeñoso, “¡qué listo eres!”. No entendió, claro, que no estaba haciendo un alarde de erudición, sino intentando decirle que indígena no es sinónimo de indio y que indios, además, también son los originarios de la India. Si utilizamos tan mal la lengua, nuestra principal herramienta de trabajo – pensé para mí -, ¿por qué se va a fiar nadie de que lo que contamos es verdad? Tampoco ayudan, claro, afirmaciones tan contundentes como que adelantando una hora el reloj en verano “se consigue aprovechar mejor la luz solar porque, a los efectos, mañana domingo amanecerá antes y también anochecerá más tarde”.

En la película Los lunes al sol, Santa, el personaje magistralmente interpretado por Javier Bardem, explica a su amigo Lino qué son las “antípodas”: “Australia sí que es la hostia… Las antípodas. ¿Tú sabes qué quiere decir antípodas? Lo-contrario…”, dice Santa. Más o menos, su explicación es correcta, aunque no tengo tan claro que sea cierto lo que comenta a continuación: “Aquí no tienes trabajo, allí sí; aquí no follas, allí sí”. Fernando León, director y guionista de la película, comete sin embargo el mismo error que muchos medios de comunicación al situar reiteradamente nuestras antípodas en Australia, cuando, para ser precisos, están en Nueva Zelanda. Que los periodistas sepamos ubicar Surinam en su sitio – en el continente americano, no en Asia – o discernir entre el Ulster e Irlanda del Norte ya es, como suele decirse, pa nota.

Todo esto viene a cuento de que, en una profesión en la que cada vez abunda menos el conocimiento y en bastantes ocasiones – sobre todo en televisión – se sacrifica el rigor en aras del espectáculo, programas tan magníficos como En portada, que puede considerarse como el mejor programa español de reportajes y uno de los mejores de Europa, espacios así, decía, cobran una relevancia aún mayor y justifican por sí solos la existencia de un medio público como TVE. Por eso no entenderé nunca que lo posterguen al Canal 24 Horas, aunque haya otro pase por La 1 pero ya como “plato de segunda mesa”. A cambio seguiremos viendo como se dedican los tres primeros minutos del informativo estrella a un partido de hace veinticuatro horas antes de abordar la noticia del día, en este caso la aprobación de la reforma laboral, o imágenes de una concentración fascista en vez  del funeral por los asesinados en un despacho laboralista de Atocha. Pero no pasa nada. De hecho, nunca pasa nada.

Acerca de José Ramón Patterson

Soy periodista desde los 20 años. En aquella época aún tenía sueños profesionales. Perdí la ilusión, pero me quedan la curiosidad, el oficio y bastante mala leche. Vivo y trabajo en Asturias.
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22 respuestas a No pasa nada, nunca pasa nada

  1. diegoarmario dijo:

    Josera.
    No sé cómo había pasado por alto este magnífico comentario que haces sobre el idioma que «malhablamos» y «peorescribimos».
    Tu artículo es brillante, riguroso, divertido a ratos y cargado de melancolía, porque das por perdida esta batalla.
    Yo creo, sin embargo, que no es lo mismo cometer errores por ignorancia, a inventarse giros o expresiones por si cuelan, hacen fortunda y acaban siendo asumidas por nuestros académicos.
    Yo, a veces, me atrevo.
    Diego

  2. sole dijo:

    es un poco arriesgado escribir sobre los errores de los demás…
    Me parece muy horrible poner que la «metaignorancia asuela» , creo, con toda humildad, que se dice asola, y eso que me sale como error en la maquinita esta hipersapiencial

    • José Ramón Patterson dijo:

      Sole,
      Gracias, ante todo, por tu comentario. Suena raro, lo sé, pero hablando de «destruir, arruinar, arrasar» asolar viene del lat. assolāre, (derribar) y se conjuga como contar. Si lo compruebas en el DRAE verás como la tercera persona del singular del presente de indicativo es «asuela». Asolar, de sol, es decir, echar a perder la cosecha, sería, en efecto, «asola». En consecuencia, un terremoto asuela un país, pero unja sequía lo asola.

  3. Claudia dijo:

    ¿Qué, ho? Controladores, Vargas Llosa, Los Ángeles, Las Vegas y aquí el señor no escribe desde septiembre… Halaaaa.

  4. Antonio dijo:

    Hola. Pertenezco al departamento de subtitulado de TVE. Todos los días subtitulamos los informativos de esta santa casa, además de otros programas. Y siempre tenemos la siguiente duda…..»yo, un simple administrativo, ¿por qué tengo que corregir las faltas de ortografía de una estrella de la tele? Te dejo una perla de hace unos días…. «Vicente del bosque a dado una charla en la Universidad….» y otra perla de hace tiempo, con motivo del nacimiento de la princesa Leonor, conexión en directo con el hospital, «…cómo están las cosas por ay?»

  5. Matesa Bourio dijo:

    José Ramóoooon! Suscribo todo. Tengo un archivo que cultivo con mimo desde hace años y que empezó llamándose Dislates Prensa, después fue Burradas y ahora es Burrazos. Como dices tú, distrae de tal manera la mala escritura (algunos lo llaman falta de estilo, qué cutre apreciación; si no hay ni ortografía, de qué estilo estamos hablando, leches) que la información se hace intragable.
    Mi archivo está nutridísimo. He recibido una crítica: que por qué tenía que deshonrar a tan apreciables y tiernos animales, los burros, calificando de burros a esos otros burros, los de los medios. Pues sí, voy a cambiarle el nombre a mi archivo extra largo.
    Yo es que me pongo de los nervios, de verdad. Y, como decía Lázaro Carreter, lo peor ya no son los errores; lo peor está siendo esa sarta de repeticiones, cursiladas, megafrases y macropárrafos que no dejamos de leer y de oír, que no escuchar. Yo no quiero, y lo voy consiguiendo, escuchar tanta trapallada.
    Una vez vino a la tele un becario con una novela bajo el brazo; creo recordar que era de Landero, si se que no era de Millás. Le dije: «¡hombre, un periodista en ciernes que lee!» Me contestó, medio avergonzado por leer: «es una novela que nos han mandado leer en la facultad». Cual soldado que mata a un inocente porque «estaba obedeciendo órdenes».
    Boh!
    Un abrazo, Patter.

  6. yunrodriguez dijo:

    Jajaja, siendo reportera publiqué varias notas en las que utilizaba la palabra «contingencia» como sinónimo de «desastre» o «emergencia». Una vez se me ocurrió por pura curiosidad buscar la palabra en el diccionario de la Real Academia Española y me impresioné al descubrir que su significado es: Cosa que puede suceder o no suceder… Me sentí avergonzada, preguntándome cuántas personas habrán notado el error.

    Debería volver a mi hábito infantil de coleccionar palabras con su significado. ¡Felicitaciones por el Blog!

  7. Silvino Alvarez-Rueda dijo:

    Y, hablando de patadas a la lengua, la mía. Mamarrachada, quise escribir. En fin, que me cayó en los ojos…

  8. Silvino Álvarez-Rueda dijo:

    José Ramón, una vez más, das en la diana. Si te sirve de consuelo, lo que sucede en los medios es algo que, desgraciadamente, pasa también entre personajes clave en lo que se refiere a la utilización del lenguaje, como son los políticos. Hace algunos años, en la anterior legislatura del presidente Areces, el Instituto Asturiano de la Mujer elaboró un plan integral (o algo así) que recogía un «palabro» que quería amoldar, según su gusto, el castellano a lo que consideraba políticamente correcto. Así, leí con estupor que pretendían llamar a las familias monoparentales en las que el cabeza era una mujer familias «monomarentales». Ante semejante marramachada, escribí con guasa un articulín que de una u otra forma llegó a la entonces directora de esta institución, en la que le aclaraba que nada hay más femenino que parental, pues viene de pariente y no de padre (pater). En aquella ocasión, afortunadamente, se paró la fenomenal patada al idioma, que hubiera recorrido toda España, seguramente, sin que nadie reparara en la idiotez del nuevo vocablo. Incluso para inventar palabras, comentaba en mi exposición, es necesario tener un mínimo conocimiento del idioma, de su formación, de sus raíces. Una vez más nos encontramos ante la ignorancia más extrema y, al igual que esa redactora a la que le daba igual un indígena que un originario (por cierto, en Bolivia los descendientes quechuas o aimaras, por citar a dos de los distintos pueblos primigenios de este país, les gusta referirse así mismos como originarios), esa apatía por llamar a las cosas por su nombre, y de forma correcta, es un mal que aqueja a toda la sociedad. Y, si, como en tu caso, tratas de enseñar, al final, te llamarán pedante. En cualquier caso, mejor eso que la felicidad del ignorante que no es sólo el que no sabe sino, sobre todo, el que no quiere aprender. Enhorabuena una vez más por tu blog y por compartir con todos tus reflexiones.

  9. Juan Antonio Manzano dijo:

    Como siempre, un placer leer tus artículos. Coincidimos durante poco tiempo en el Canal, pero nunca olvidaré muchos de tus acertados comentarios ni tu preocupación por el uso correcto del lenguaje. Un abrazo. Manzano.

  10. Paco Aljama dijo:

    Recientemente (y no tanto) vengo observando en los pies de las noticias de los telediarios de la TVE1 cantidad de erratas. ¿Será consecuencia directa de la última reducción de plantilla que el «ente» público realizó en 2006 (http://www.elpais.com/articulo/portada/SINDICATOS/RTVE/aceptan/reduccion/plantilla/4150/personas/elpepipri/20060713elpepipor_10/Tes)?
    No me extrañaría ni un pelo que el primer departamento que se cepillaran hubiera sido el de los correctores, si es que existió alguna vez en esa casa.

  11. José Luis Ríos dijo:

    Mis amigos dicen que soy un coñazo porque no dejo pasar ni una en los informativos de tve. Gracias JR por tu artículo y por la coincidencia en el diagnóstico sobre el conocimiento y el uso del idioma. Me gustó mucho cuando en un TD1 el sagaz plumilla dijo sobre la retirada de Josep Carreras que «a partir de ahora, para escuchar a Carreras habrá que acudir a las hemerotecas». No sé, será que esos lugares tienen una mejor acústica.

    • José Ramón Patterson dijo:

      Jajajaja… Esa es buena, José Luis, muy buena… ¿No sería el mismo el mismo que escribió lo de «Axum vuelve a casa»? Se refería al obelisco expoliado por Mussolini a Etiopía en 1937, que hace cinco años devolvió el gobierno, pero él creía que se llamaba Axum. Aparte de no leer o interpretar mal la información de agencias, lo del reino o la cultura Axum ni le sonaba, y por supuesto tampoco perdió un minuto en enterarse.

  12. Con todos mis respetos:
    «Asola», no «asuela».

    • José Ramón Patterson dijo:

      “Asolar” en el sentido de destruir, arruinar o arrasar viene del latín assolāre, no de sol, y se conjuga como contar. Su presente de indicativo es asuelo, asuelas, asuela, asolamos, asoláis, asuelan. Si viniese de sol, que sí asola, sería asolo, asolas, asola, asolamos, asoláis, asolan.
      Algo parecido ocurre con “follar”, que proviene de dos palabras latinas distintas, follis (fuelle) y folĭum (hoja). Dependiendo de su significado, el presente de indicativo puede ser fuello (soplo con el fuelle) o follo (amontono hojas). Curiosamente, en el sentido de practicar el coito también es follo, aunque venga de follis.

  13. Ignacio Santos dijo:

    Estimado José Ramón:

    Para alimentar un poco tus ganas ilimitadas de tocar los cojones – interpreto – te diré que estoy bastante de acuerdo con tu artículo y coincido contigo en todo lo que expones. Al menos en todo lo que se refiere a ortografía, gramática y sintaxis del español actual. Todo… menos esa tilde que no le has puesto al «cómo» del último párrafo.

    😉 (perdón)

    Y un saludo

    • José Ramón Patterson dijo:

      Ignacio,
      Gracias por tu comentario. En efecto, jajaja, se trata de tocar los cojones, que es, creo, de lo que mejor sé hacer. Sobre la tilde de “como” tengo que decirte que dudé y que repasé la frase unas cuantas veces. Al final, me parece que acertadamente, lo puse sin la tilde porque interpreté que no se trataba de una interjeción o una exclamación, sino que la usé como conjunción en sustitución de “que” para dar paso a otra oración. Si haces el cambio verás que no cambia el sentido. Pero, es cierto, suena raro.
      Un saludo afectuoso,

  14. Elba dijo:

    Bendita profesión, la mejor del mundo, que diría un amigo tuyo. No pasa nada si el producto sale con errores (¿no había que subrayar los méritos de Colón en ese reportaje?). Esa gracia no se la conceden a los cirujanos, aunque últimamente ellos también siguen el protocolo (para que no les pase nada). Hacía tiempo que no leía «burricie». Simpático el palabro. Mejor que el de «burrada», que dice el diccionario que es una manada de asnos, o una jugada hecha contra regla en el juego del burro.

  15. Lobezno Primero dijo:

    Lo malo de todo eso, creo yo, no es que los periodistas hayan perdido nivel ( vamos a decir ) con los años, sino que en teoría, es ahora cuando reciben mas formación institucional ( pública o privada, es cierto ) y se creen todos los mas listos. A mi parecer su prepotencia sólo es superada por su ignorancia ( ésta compartida por muchos de nosotros entre los que me incluyo ), pero que sin la humildad suficiente nunca será superada.
    Además, todo esto traspasa la pantalla y llega a instalarse en los ciudadanos. Últimamente la tv aporta gran cantidad de argumentos a la juventud de ciertas edades para ser ciudadanos con grandes reivindicaciones y pocas obligaciones, que toman los argumentos parciales e interesados para instalarse en una situación de exigencia y queja permanente que no creo que nos lleve a ningún buen puerto.
    La metaignorancia se instala en la sociedad, y así nos va.
    Me gusta tu artículo.

    Un saludo.

  16. Claudia dijo:

    ¿QUE HACEN QUÉ CON EN PORTADA?

  17. Inma dijo:

    Yo tampoco puedo escuchar un telediario en paz ni un informativo de radio en paz ni leerme un periódico en paz. Ni las normas de ortografía de la EGB (ahora Primaria) ni la gramática ni el sentido común penetraron en las mentes de muchos periodistas actuales cuando pasaron por el colegio. Confunden embate con envite, cabizbajo con cabeza abajo, segar con sesgar… Hace poco leí en el periódico de mayor tirada nacional que una persona tenía «bis cómica», porque, claro, al periodista le sonaba «bis» de los conciertos y no se planteaba siquiera que existiera «vis». Debería existir un programa de televisión donde se pusiera en ridículo a todos estos ignorantes. Seguro que después de salir tres veces en él, más de uno se compraba un diccionario.

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